Por fin llegaba el momento que tanto había soñado Guillermo, desde hace varios años, su principal obsesión era clasificarse para un mundial. Estuvo de público en Barcelona 2019 con apenas 12 años recién cumplidos y creo que ahí fue donde se propuso estar lo antes posible al otro de las gradas.
Esta temporada ha sido bastante estresante y el tiempo ha pasado volando, siempre en contra ya que el pie de Guillermo no terminaba de recuperarse y las fechas claves se acercaban vertiginosamente.
Trieste fue un espejismo ya que después volvieron los dolores y las incertidumbres hasta el Campeonato de España, donde Guille necesitó tratamientos durante el propio campeonato y bajar un poco de dificultad en su programa largo para no forzar demasiado.
Una vez conseguida la plaza para el mundial y el europeo, el staff médico y técnico decidieron que la mejor opción para llegar con un mínimo de garantías al mundial, era renunciar al europeo. Con bastante pena, ya que después de lo que pasó en 2023 en Ponte di Legno, había ganas de sacarse esa espinita….
Guillermo llegaba a Rimini con la vitola de máximo favorito al título mundial junior, habiendo ganado todo lo que ha patinado desde que se volvió de la pandemia en 2020.
En su disco corto disipó cualquier duda y dejó un programa de esos que sacan la sonrisa al que lo ve. Al margen de los combinados de triples y de piruetas ejecutados rozando la perfección, con un registro que no suele verse en los programas de ruedas. La velocidad y la elegancia de sus movimientos, por momentos parecía que había congelado el parquet y cambiado las ruedas por cuchillas… Abrazado a sus dos entrenadores Albert y Elba, escuchó una vez mas como sobrepasaba la barrera de los 100 puntos en un disco corto, 102,29.
Al día siguiente tocaba descanso con entreno oficial del programa largo. Quizás por la tensión y adrenalina soltada del día anterior o por otros motivos, el entreno fue bastante decepcionante y generó dudas en la cabeza de Guillermo, que terminó el día bastante apagado y pesaroso.
Llegaba el momento de la verdad, el “last dance” de la temporada, un pasito para conseguir un sueño. Pero ocurre que a veces ese pequeño paso que se ve desde fuera, se visualiza enorme en la cabeza del que lo tiene que dar y genera dudas sobre la capacidad de darlo. No sabemos muy bien si por verse tan cerca de conseguirlo o por la responsabilidad que él se atribuyó después de todos los esfuerzos que se habían hecho durante el año por todo el equipo que le rodea, pero Guillermo entró en pánico y necesitó un buen baño de lágrimas para sacar ese sentimiento que tenía a flor de piel y que no le estaba dejar ser ese patinador alegre que todos conocemos.
Comenzaba el último grupo, donde se ganan y se pierden las medallas y donde ya no hay posibilidad de rectificar. Guille salía en último lugar y vio como su compañero de selección y actual campeón de Europa, Unai Cereijo, bordaba un programa largo completísimo que le colocaba provisionalmente en primera posición.
Se hizo el silencio y empezó a sonar la melodía junto a los primeros movimientos de Guille. La expectación era máxima para ver si sería capaz de repetir una actuación como la del programa corto. Un par de impreciosiones a las que no nos tiene acostumbrados daban pistas que Guillermo no estaba mentalmente al 100% y que quizás no era el día para hacerlo perfecto sino el de hacerlo bien y ganar el campeonato que tanto había soñado. Aún así a medida que avanzaba el programa, no bajó el ritmo y patinó y se enfrentó a saltos y piruetas con una determinación digan de campeón. Tanto es así que a la postre, igual que el programa corto, fueron los dos mejores programas de todo el campeonato incluyendo también a la categoría senior.
El nivel de autoexigencia de Guillermo es descomunal y se vio que abandonó la pista un poco triste por no haber podido regalar un programa perfecto. Pero seguro que cuando el peso de esa medalla colgó de su cuello y escucho el himno nacional, se olvidó de todo y disfruto haciendo realidad uno de sus sueños mas importantes.